lunes, 22 de febrero de 2016

CORAZÓN DE PIEDRA


CORAZÓN DE PIEDRA

Aquella nueva salida de tono de él, la dejó perpleja como muchas otras veces en las que habiéndole prometido que había cambiado y que no habría más reproches, él había vuelto a acusarla de cosas atroces que a ella jamás se le hubieran ocurrido.

Se sintió cansada, harta, hastiada de la manera cruel y absurda con que él la trataba. Su manera ofensiva, el odio y la rabia destilada en cada uno de sus insultos habían ido haciendo mella en su maltrecho corazoncito durante todo aquel tiempo juntos. No lograba entenderle. La amaba, ella sabía que era cierto su amor, más sin embargo, rastreaba sus pasos como si fuera un sabueso con la única intención de encontrarle algo que echarle en cara, aunque fuera inventando historias que solo él se creía, basando sus acusaciones en suposiciones que nunca fueron reales.

Dolía... Sí, cómo dolía! A ella le dolían aquellas acusaciones suyas como si con cada una le clavara un puñal en el pecho y él, a sabiendas de aquello, se divertía escarbando en la herida, ahondando sin saberlo el abismo que iba irremediablemente abriéndose entre los dos, separándoles cada vez más y más.

Esa tarde, ella ya no pudo más. Enferma, postrada en su cama, adormecida, presintió la llegada de la tormenta bíblica en forma de correo electrónico. Fue leyendo sus letras cargadas de veneno de manera acelerada al principio, para releerlas despacito despues, una a una, asimilando todo el rencor y la amargura que destilaban. ¡No podía creerlo! Sinceramente, no podía creer que él volviera a las andadas otra vez... Habían sido tantas veces ya... ¿Cómo podía pretender que ella volviese a creer en él si una y otra vez volvía a sus desconfianzas, sus insultos, sus acusaciones, sus juicios y sentencias... Si una y otra vez volvía a condenarla sin ella haber hecho nada de aquello que la acusaba?

Lloro, pero su llanto no fue como otras veces... Otras veces, su llanto había sido un llanto lleno de un profundo sentimiento, de un infinito dolor ante su injusticia... Y esta vez, su llanto fue un llanto de furia, rabia, un infinito deseo de mandarle a paseo. Respiró hondo, se secó las lágrimas y se juro que serían las últimas que derramaría por aquel ser inhumano que se complacía torturándola de aquella manera. 

Cuando se incorporó de la cama con la intención de responder con un adiós aquel correo, un dolor agudo le atravesó el pecho. Sintió como si una aguja al rojo vivo le atravesara el corazón y supo, en aquel momento  que su corazoncito se había convertido con aquel final anunciado, en un corazón de piedra tallado a golpes de injusticias y sellado por el desamor y el desconsuelo.

Un corazón de piedra hermético, el cual ya no permitiría el paso al amor ni habría de creer de nuevo, en nada ni en nadie.


Carmen

(22 de febrero del 2016)


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"Omnia mea mecum porto"
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