miércoles, 18 de marzo de 2015

REFLEXIONANDO SOBRE LA VIDA Y SUS TRAMPAS


REFLEXIONANDO SOBRE LA VIDA Y SUS TRAMPAS.

La vida es un sendero que cruza terrenos pantanosos donde los humanos de vez en cuando, ciegos, perdemos el norte.

En el sendero, cada cual en su propio sendero, solemos encontrar piedras que nos cortan el paso. Unas veces son piedrecillas que se saldan tan solo con un leve tropiezo y un corto enfado del que apenas salimos con unos rasguños en las rodillas al tropezar y caer de bruces a tierra... Otras veces las piedras son considerables y nos enfrentamos a todo y a todos, incluidos nosotros mismos y las cosas, los actos, las acciones, se salen de madre y armamos un gran revuelo. Tan grande que las consecuencias del tropezón a veces llegan a durar por años.

Pero las peores, son aquellas con las que tropezamos una y otra vez como si tropezar una vez no fuera suficiente y tuviéramos que repetir la experiencia hasta la extenuación... Como el que se golpea por placer la cabeza contra la pared, vamos...

Cuando en nuestra experiencia de vida se nos pone a prueba y no somos capaces de aprender y parecemos complacernos tropezando y tropezando en las mismas piedras, las mismas cuestiones, arrasando con todo lo que se nos cruza en nuestro camino, mordiendo la mano que nos acaricia, pisoteando los corazones de aquellos que nos aman, cegándonos el entendimiento y haciéndonos perder la razón... Entonces es cuando podemos decir que hemos caído de lleno en la trampa tendida por nosotros mismos y la única salida es pararse sobre esas piedras, guardar el equilibrio y meditar las palabras que debemos decir para no herir a nadie, para no mancillar sentimientos, evitando caer nosotros y arrastrar en la caída a aquellos que nos importan o importaron alguna vez.

A veces... Algunas veces... La vida nos pone la zancadilla para que aprendamos a levantarnos con más fuerza y andemos más atentos la próxima vez que creamos ver lo que no es; para que aprendamos a callar y no hablar sin razonar lo que vamos a decir; para que aprendamos a medir el alcance de lo que vamos a expresar; para aprender a contener nuestra ira, nuestra rabia, nuestras frustraciones y no las reflejemos en otros seres que inocentes creían en nuestra integridad y nos amaban y aceptaban como eramos sin pedirnos nada mas. 

A veces, la vida nos pone trampas que debemos aprender a sortear para poder seguir avanzando en el camino y crecer.


Carmen

(18 de marzo del 2015)


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"Omnia mea mecum porto"
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